martes, 20 de noviembre de 2012

13

y heme aquí , buscando una respuesta en el fondo de una taza tibia, en los restos de canela, en el cielo que me esconde las estrellas, entre libros comprados al azar, en medio de una habitacion desordenada, entre letras cursis de canciones viejas, en las noticias bizarras, en este martes 13 y en mi mala suerte en el recuerdo de esa tarde, en ese instante que acabo con mis certezas.

flor de biznaga

quiero olvidarte , olvidarme, olvidarnos quiero borrar cada recuerdo, quedarme solo con la imagen del jardin del patio vestido de bugambilia, del viento regalando flores de anacahuita, el naranja del framboyan pintando la tarde, el perfume del árbol que en la noche se distrae y en el dia guarda mariposas. quiero olvidarlo todo menos la flor que se atreve y se abre en medio de las espinas de biznaga y, es rosa encendida, orgullosa. quiero borrar casi todas mis memorias pero no ese jardin ni las chuparosas bebiendo el amarillo del sanpedro y los pajaros cantando. quiero olvidar los veintitantos años de recuerdo y solo quedarme con esos dias en que no hay mejor refugio que el jardín de mi madre. .

llorar

llorar nunca será suficiente pero, es mi limite para amar y no hacerlo, es mi manera de inventar palabras; hablar con lo ojos, con mi vida que se escapa en cada lagrima. llorar es mi manera de ser y de darme y efectivamente nunca será suficiente.

viernes, 9 de noviembre de 2012

la casa de las aves

— Cuando pases por esa calle nunca voltees a buscar las aves— alcancé a oír que dijo la señora a una joven mientras caminaban frente a mí. Por más que apresuré el paso no logré escuchar el porqué de aquella particular instrucción. Era uno de esos días ventosos y la tierra me obligó a cerrar los ojos y perder de vista a las mujeres. Al fin llegué a la tienda, compré las cocas y las tortillas y regresé a casa de María. Las dos cuadras de camino me dieron tiempo de ir pensando y me surgieron más dudas ¿Cuáles aves? ¿Por qué no debería buscarlas? Llegué a casa de María, tenia años de no visitarla y muchas cosas de las cuales ponernos al tanto pero no podía quitarme de la cabeza las aves, así que le pregunté mientas comíamos, si por casualidad sabría a que se refería aquella mujer, ella después de recordarme que nunca se me quitará lo curioso, me aseguro que no tenía idea, que la gente de ese barrio era muy rara y que ella casi no cruzaba palabra con nadie, para no andar luego en chismes. Al llegar la noche salí a caminar, el viento soplaba fresco amenizando la noche con su sinfonía de silbidos, la luna hermosa de octubre se ocultaba traviesa entre las nubes, las lámparas olvidadas apenas si prendían de manera intermitente. De pronto un trinar de aves llegó de aquella calle. Caminé guiado por aquel sonido, cada paso sentía más cercano y embriagante el canto de las aves. Por fin lo encontré, en la terraza de la casa las jaulas tenían en su interior las aves más hermosas jamás vistas, los plumajes de colores brillantes y el canto me envolvían más, la puerta estaba entre abierta como invitándome a pasar. Sin pensar en nada entre, al fondo había una jaula vacía, dentro de la casa todo cambio, no podía detenerme, me adentré encontrando aves distintas, obscuras y el canto se convirtió en chillidos abrumadores, insoportables, quería volver, obligue a mi ser a dar la vuelta, buscar la salida, la puerta ya estaba cerrada. Recordé la conversación de las mujeres -Cuando pases por esa calle nunca voltees a buscar las aves—demasiado tarde. María me busca desesperada. Por más que canto no alcanza a escucharme.

miércoles, 22 de junio de 2011

Ladrón

Y después de robarme una sonrisa
Te vas
Te llevas la ilusión y me dejas las migajas.

Supongamos...

Qué sí mi arrepiento y digo no; qué si me ganan las ganas de mirar atrás
Qué si no soy lo que quise creer; qué si al final solo soy la sombra
Qué si mando todo al carajo; qué si no me importa romperte el corazón.
Qué si hoy me niego a despertar, qué si hoy y solo hoy me atrevo a gritar.

Corre por tu vida

Cuando deje de llorar huye
Aléjate cuanto antes y no mires atrás
Olvida lo que puedas olvidar, y corre sin descanso
Cuando deje de llorar, ponte a salvo
Y resguárdate donde ni mi apatía te pueda alcanzar.